Poesías
21. La Partida
20. El duelo
19. Sobre rejas
18. Adiós
17. Detrás de los espejos
16. Mussolini
15. Camino hacia la muerte
14. ¿Tan distintos hemos de ser?
13. El beso frustrado
12. Mocosita
11. Miedo al llegar
10. Morada de la nada
9. Mujer sin nombre
8. Pasos
7. Pienso
6. Soledad
5. Un beso
4. Un beso en una copa
3. Vencido
2. Volver al amor
1. La confesión
La Partida
Cuán callada está tu ventana;
tan poco escrita...
como un árbol sin hojas...
como una palabra atascada,
en el sepulcro humeante del silencio.
El duelo
(mera ilusión)
Desdicha grande la muerte,
una triste lucha encarnizada.
Repulsa inquebrantable
dejar partir
nuestros muertos.
Afán por retenerlos
contra el alma,
prisioneros,
cautivos
a nuestros recuerdos.
Cerrar el puño,
apretar la mano
y anclar el pasado
chamuscando los dedos.
Acaparar la historia,
apresar al amor
y negarse a soltarlo.
Como si nos mintiésemos
que siguen aún vivos
en nuestra trama,
entrelazados
a nosotros mismos,
Ni en el recuerdo,
en el duelo,
o en la melancolía,
mueren allí
nuestros muertos.
Pagamos con pena
buscando revivirlos,
y sólo en la pena,
en la amargura
y en las reminiscencias
podremos darles vida.
Vida en la memoria
a cambio de pesares.
que transforman
como trueque,
recuerdos por tristeza.
Hasta que un día
Abrimos el puño,
soltamos nuestras pérdidas,
dejamos volar la presencia
de esa ausencia,
libre,
en paz...
En tanto nosotros...
encontramos consuelo,
asomado en los renglones
que la vida nos inscribe,
más cruda aún,
más descarnada
pero al menos...
un poco más sincera
o en tal caso...
un poco menos falsa.
Sobre rejas
Nazim Hikmet preso.
Años entre rejas.
La lucha hace que nos encontremos
en la gloria y también en las adversidades.
Si Nazim hubiese nacido en Moscú,
tal vez otra hubiese sido su vida...
Pero nació en Estambul
y su dogma fue, mientras allí estuvo,
la cárcel...
No fue su elección,
tan solo le ha tocado,
un llanto sin culpas.
En cambio,
diferente es,
elegir estar preso...
¡Qué miserable es arrestarse a uno mismo!
Allí la angustia, es tristeza
y esa es la cárcel.
Adiós
Una ventana apagada,
cerilla tenue,
como un reflejo de niebla
que abraza a una cama solitaria.
Desfiladero de un día
opaco,
oscuro,
sin sentido.
Un ocaso que se vuelve agitado
bajo sentenciosa tiranía,
ante un adiós
que se esfuma...
en un clamor sugerido
sin palabras.
Detrás de los espejos
(contienda entre la silueta y el alma)
Alma,
Silenciosa, inexpresiva
hermética;
sin luces, ni sombras.
Una silueta,
que aun otorga lucha.
Desafío voráz de un aullido
desgarrado.
Silueta desesperada,
que bebe descarnada
con su boca abierta,
el derrame de la cópula
enardecida,
para dejar pedazos de vida
sobre esos espejos
que el alma
irreparablemente reprime.
Mussolini
Pechos abiertos,
sangre perdida,
dolor incandescente
que se ahoga
en mudo grito.
Palabras que aplazan
el aullido encendido
y dardos con veneno,
quiebran en silencio
la furia que estalla.
En tanto...
paradójicamente
la paz,
el orden,
la calma y la muerte,
se exhiben
junto al fuego reprimido
como en una fiesta,
ante el propio filo de la ignorancia.
Camino hacia la muerte
El tiempo,
montura que cabalga
sin ginete.
Galope corto
por senderos inciertos.
Un deseo arrogante,
impaciente,
insatisfecho
le golpea sus flancos.
¡Aprisa!
Cuenta los días...
que pasen las horas.
Llegar a destino
ya...
En tanto la meta...
pausada,
silenciosa...
como un punto de fuga
lo arrastra
sin saberlo,
irremediablemente al fin.
¿Tan distintos hemos de ser?
Miro a través de la ventana
asomada en mis recuerdos,
travesuras de niño.
La calle, las rodillas sucias,
la inquietud y las ganas
de sentirme despierto.
Un San Justo de tierra y de pasto.
En Capital Federal,
la Cuidad Deportiva
donde su padre la paseaba y se mecía,
revolcada sobre ese césped mojado,
que la envolvía con esas mismas ganas…
Por tanto repito estas palabras
que siempre me acompañan...
¿Tan distintos hemos de ser?
Cuan sensibles recaen sus emociones encontradas,
Cuanta pasión recrean sus ojos cristalinos,
mirando hacia delante,
buscando compartir ese mismo sentido.
Mis ojos la miraban
sentada enfrente mío y no la tocaba;
solo escuchaba atento a sus palabras,
a sus muecas, a sus gestos.
Tal vez hubiese deseado interrumpirla
y besarla apasionado con mis labios.
¡Cuánto amor encuentro en esos ojos ya lejanos!
Siento la fragancia de un amor compartido y asignado.
Ambos sufrimos ante la misma derrota.
¿Tan distintos hemos de ser?
Se vuelve a repetir su historia,
otra vez ha dejado a alguien queriendolo...
sintiendolo.
Otra vez ha dejado que su amor parta solitario.
Un amor mas allá de lo querido y esperado.
Si aquel primer amor, no fue correspondido,
¡En éste mi corazón está sangrando!
También como ella, en silencio
me voy quebrado.
Sufro este sentir inevitable,
de angustia y compungido desamparo.
Miro la calle
por la ventana de mis recuerdos
y me digo golpeando
mis pómulos mojados
¿Tan distintos hemos de ser?
Su mirada guarda lealtad,
fidelidad, entrega
que la muestran
con valores de una dulzura aniñada,
con esas ganas
de querer compartir la vida,
los momentos y las penas
con la frente muy alta.
Quizá no me haya cuidado lo suficiente,
debería pensar más en mi bien.
A veces dicen las palabras,
no cuida quién no se cuida
¡Cuán lejos de eso he estado yo!
Sé lo mucho que la he cuidado,
busqué gratificarla
y como pude,
acompañarla y complacerla.
Tal vez,
no fui demostrativo con palabras,
Tal vez,
mis caricias le hayan hecho un poco más de falta.
Pero se fue sabiendo, desde mi primer momento
y hasta mi último aliento,
cuanto la he querido,
y siento haberlo demostrado.
Me quedo en paz,
sabiendo que lo ha recibido.
Nos despedimos los dos con el mismo sentimiento.
¿Tan distintos hemos de ser?
He encontrado en ella,
lejos de todas mis andadas
a una mujer que he amado,
por eso no quise perderla.
Tal vez no supe como llegar.
pero sé que nuestros valores
no distan de saber
que tenemos ambos el mismo sentido,
ese mismo derrotero...
Por último siento,
muy fuerte aquí en mi pecho,
que también fui aquel que le dio
mucho mas que cualquiera
de lo que ella haya recibido.
por tanto me pregunto y me repito hasta cansarme…
¿Tan distintos hemos de ser?
El beso frustrado
Labios cerrados
que fluyen sobre una boca distante
capaces de lograr sugerencias.
Labios que se unen,
que se estrechan,
y se encierran
en desesperada calma.
Una boca muda,
que anhela,
que desea.
Labios que miran,
que piden,
que aclaman…
y se alejan guardados
bajo el mismo marco del silencio…
Mocosita
Mirada blanca,
acontecida de un enjambre.
La brisa, jamas deja
abiertos espacios.
Sin embargo, en los besos
se acrecienta una corriente.
Ni ella, ni yo
supimos acomodar esos lugares.
Una mañana de cortinas descorridas,
inunda un silencio de palabras;
como antes, de besos,
ahora distantes,
discontinuos.
Luchamnos por ganarle dia al dia,
y en la noche,
solo palabras vanas.
Palabras de rodillas,
en cuclillas despuntadas,
de solitarias experiencias.
Cada uno sabe,
cada uno siente,
cada uno llora...
y los dias trasncurren solitarios
y callados.
Miedo al llegar
Palabras expuestas,
dibujos de contornos asomados.
Abrigo en crispantes noches,
entre palabras que envuelven,
como sábanas de seda
entre palabras que afirman,
como vela despierta;
entre palabras que marcan,
como yerro,
sobre el umbral de una puerta.
Y una mezcla incierta
sobre un colchón dormido,
sobre desafíos perdidos
entre miedo y saliva.
Ojos abiertos,
mirada incandescente.
Ojos que buscan,
que recorren, que asustan.
Ojos que fijan y esperan,
que se abren y cierran,
tras una carrera que empieza,
esperando la largada,
esperando la llegada,
esperando el día.
Y una boca abierta
entre palabras cansadas
aun guardadas...
Morada de la Nada
Sonido escudriñado
entre oídos
separados,
bajo los vientos de la nada.
Sin aire, sin brisa.
Sólo existe un quejido,
vacío estruendo
que el silencio ignora.
La nada,
ese nido del vacío.
El silencio,
esa morada de la misma nada.
Mujer sin nombre
Ondas imperfectas
de murciélago blanco,
mujer sin nombre.
Mirada sutil,
Imperceptible.
Escribo en hojas blancas
Con tinta blanca,
nada ves
Y todo está allí.
Aunque no lo sepas,
aunque nada puedas ver.
Busco conmoverte,
llegar a vos
mujer sin nombre,
con lo blanco,
con la nada,
que es
absolutamente todo,
teñido por una mirada blanca.
Pasos
Miedos alojados como cuño ante una roca
solitaria.
El mismo escenario, los mismos senderos
sobre un camino inhibido que proyecta expectativas.
Una mirada tímida,
asomada,
que cierra el paso de cada anhelo desgranado,
y ante su luz, lucha por quedarse despierta.
Desperdigadas piedras
perdidas en el tiempo…
arrojadas y frustradas por tantas pisadas
carentes de sentido…
La realidad, no es mas que un candado
de reprimidos pasos,
que llegan hasta el umbral de la muerte.
¿Y después…?
El mismo silencio de aquel cuño encerrado
frente a esa roca solitaria.
Pienso...
Pienso en silencio aquella mirada celeste.
Bulliciosa.
Miro en silencio y pienso,
sin registros.
Hacer el amor con ella o sin ella
en un arrebol como éste.
Me veo un poco más feliz
en esta calle desierta
bajo la sombra del pensamiento.
Siento paz, y sin registros.
¡No quiero dar la vuelta ante la calle adyacente
sobre la Real Vereda!
Aquí estoy mejor, pienso, solo pienso,
sin registros.
El arrebol, mezclado de celeste bullicio...
Ya está aquí, sobre el lecho de la pradera,
donde antes, una calle desierta.
Pienso todo lo que me place y me siento libre.
Puedo manejar a mi antojo mis tiempos,
me regocijo dando goce, recibiendo goce,
placer...
sin registros.
Es tarde, debo irme,
el mercado no es mercado después de las ocho
y la mirada celeste, deja de ser mirada,
cuando comienzo a hablarle.
Soledad
Cada momento
es un silencio
distante,
la misma nostalgia,
separada.
Cada uno,
inmerso
en su propia sombra,
padece
gélidos recuerdos.
Vidas paralelas,
como rieles de un tren,
que no se abrazan.
Deseo quebrado
por una caricia desvanecida.
Una mano resignada
cae inerte y vencida,
casi sin halos de vida
sobre la inmensidad de las aguas…
Oscuro el cielo,
un mar esquivo,
donde el horizonte
se rubrica en un beso...
como un anhelo
no otrogado.
Cerrados sus labios,
aferrados
a una frágil mirada
que se escapa, que se pierde,
y que yace…
irremediablemente abandonada
como una lápida.
Un beso
Cuando despuntes,
sobre la mañana
en los albores de tu alma...
y busques palabras
que serpenteen las aristas
de tus pasiones mas voraces...
Cuando encuentres
el atesorar intrépido
enjugado en tus fuertes instintos,
que no claudican
ni se mantienen callados...
Allí me encontrarás
diciéndote...
¡Exclamandote!
simplemente
con un beso.
Un beso en una copa
Bebe este vino de mi copa...
posaré mis labios
donde los tuyos dejen sus huellas.
Y volveré a beber,
y posarás con tu boca sobre el vidrio
esos registros.
Bebe el tanino de mi aliento,
burbujean mis azares en tus signos...
La copa trerá la noche y el alba...
El día nos encontrará despiertos
y volverá a despertar otra vigilia.
La noche callada en su silencio de besos,
que la copa refleja
como un documento.
Allí están nuestras marcas,
como un sello,
como una huella,
como un nosotros mismos,
como una mirada fija y despuntada ,
como nuestro reflejo.
Y seré luz y lluvia,
y llegarás a las simientes de mi tierra fértil
y te absorberé tus nutrientes...
y te dejaré vida...
¡Vida a cambio de tus sales!
Vencido
Nada tengo por hacer hoy.
Detrás de una puerta
emerge un sonido...
detrás de tal sonido,
una soledad herrumbrada
que se esconde.
El hierro, también claudica...
Volver al amor
Ayer
¡Cómo habrán castigado a tu alma!
Con el dolor del engaño.
La mañana descorre las cortinas
de tu vida solitaria.
¿Descrees de la verdad?
¿Verdad?
Piensas que todo amor es vano,
que los lechos oscuros
tiñen de mentiras tus aguas claras.
Descreída, guardada y ausente
te arropas en el calor de tu casa,
y sientes que la vida te transcurre
detrás de tu ventana,
para no sentirla engañada
para no quebrar heridas,
del amor, de sus metáforas.
Hoy
La vida te despierta en el crepúsculo.
Vuelves a confiar en el amor,
en esas mismas palabras.
Lo has elegido nuevamente,
no fue él quién mansilló tu alma.
El amor es puro,
los hombres lo manchan,
especulaciones guardadas
como puñal por la espalda.
Hoy descansas sobre un pecho,
que te arrulla y te guarda
que sufre por tu ausencia
cuando estas alejada,
que tiene heridas como vos,
sobre histórias pasadas.
Que cree ferviente en la verdad,
en el amor, en sus metáforas.
La Confesión
(Cuento Corto)
Elvira se sentó en la cama junto a él, enjugó sus lágrimas, lo miró fijamente, como esperando una respuesta, aunque sabía que esa espera, formaba parte de un imposible. Al fin rompió el silencio:
- He decidido abandonarte Víctor, y antes de marcharme para siempre, quiero que lo sepas todo.
Han trancurrido tres años desde aquella vez en que apareció tu hermano con la ingrata noticia; ella había elegido dejarte, mientras que yo estaba ahí a tu lado, buscando consolar tu vida desgarrada, lidiando entre tu hostilidad e indiferencia. Asi pasó el tiempo haste que un día te acordaste de mí, y me otorgaste un papel protagónico en tu nueva obra déspota y cruel. Me fuiste dando forma de acuerdo a tu siniestro mundo. Con cincel y martillo, me esculpiste tal como la registrabas a ella y por otro lado te vinculabas conmigo a través del resentimiento que brotaba de tus vísceras por aquel desamparo. Habías elegido perderme a mí para que ocupe el lugar de tu madre y su macabro suicidio.
Tu crueldad fue acrecentándose mediante esa indiferencia sádica y silenciosa que me despedazaba. Ya ni siquiera podía registrar tu odio. De todos modos, yo te amaba y aun hoy sigo haciéndolo, aunque es muy tarde. Mi vida se acaba de morir por dentro y la tuya vaga sin sentido, distante e inerte.
Elvira se acercó a Víctor, besó sus labios fríos, cerró sus ojos, guardó el arma en su bolso y abandonó el cuarto en dirección a la primera seccional de policía.